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Normalmente, todo lo relacionado con el flamenco está asociado a conceptos como las raíces, el misterio, la pureza. Los artistas tienen duende, los cantaores sueltan quejíos y las bailaoras tienen aje.
Al igual que ocurre con otras expresiones culturales, cuenta con unos códigos propios, incluido el lenguaje, que lo hacen único. Por eso, muchos lo ven como algo lejano, muy difícil de comprender y de aprender. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, ya que cuando empiezas a entender ciertos conceptos, te acercas a este arte y lo sientes más tuyo.
Por eso, si vas a ir a ver un espectáculo flamenco en Sevilla, ¡atento! Vamos a darte algunas nociones que, seguro, te servirán para poder entender mejor todo lo que veas y escuches, ya que el sentirlo está asegurado.
Empezamos hablando del acento, no solo de su definición técnica, sino también de cómo se utiliza para referirse a algo que tenga mucha fuerza. Y es que, ambas formas de uso están relacionadas, ya que el acento es la sílaba fuerte dentro de un compás.
Y hablando de compás, ¿sabes qué es ir acompaso? Pues es cuando en el baile o cante se sigue un ritmo. Aunque se puede pensar que todo género musical lleva el compás, en el flamenco esto no siempre es así, ya que hay cantes que no se rigen por un ritmo concreto, los que se conocen como “cante libre”.
Sin embargo, los bailaores (que no bailarines) prefieren arrancarse y mover sus manos y pies al ritmo que les marca el cantaor (que no cantante) o guitarrista, sobre todo durante una buena juerga flamenca. Porque arrancarse no es quitarse nada de encima, sino salir a bailar lo que en ese momento esté sonando, dejándote llevar por la improvisación.
Es muy común escuchar esta expresión en todo tipo de reuniones, cuando suena la música («venga, niña, arráncate»). Eso sí, si no tienes mucho age, lo mejor es que te quedes sentado. Porque puedes no saber la técnica de baile de un palo flamenco en concreto, pero tener age y ser el alma de la fiesta. Con el age se nace, es el arte que llevas dentro.
Debes estar atento antes de arrancarte, porque puede que el cantaor (o cantaora) empiece con un cante de adelante, y esos no se bailan, ya que son para el disfrute del público y para que pueda lucirse. Disfruta de la interpretación, atento a los quejíos y los ayeos (aaaaayyyyyyy) y espera a que se cambie a un cante de atrás, en el que ya verás bailaores.
Hay palos flamencos más festeros (como la bulería, las alegrías y las sevillanas) y otros que son más profundos (como la soleá o las seguiriyas). Todos se disfrutan y tienen sus elementos que lo hacen diferentes, e incluso algunos invitan a los que están viendo el espectáculo a participar. Eso sí, debes conocer un poco los códigos, para no empezar a jalear en un momento que no corresponde.
Jalear es como se denomina a las expresiones que usa el público, o los propios artistas, para animar a los que están interpretando en ese momento. Seguro que algunas ya las has escuchado, como “arsa que toma”, “aaaaasúcar”, “vamooooos” o la ya tan extendida “oooolé”.
Apunta estos términos y guárdatelos para cuando la bailaora esté improvisando o realizando una escobilla, por ejemplo, así no despistas a los cantaores y bailaores y pueden seguir el compás sin problema. Además, durante la escobilla los artistas demuestran su destreza al límite, ya que es el momento de zapatear a un ritmo frenético, es decir, a “todo trapo”.
Fíjate bien en los movimientos, ya que suele ser un momento de transición entre dos palos, un enlace que suele conllevar un cambio de ritmo, como ocurre con las alegrías de Cádiz, que suelen acabar en bulerías y, para pasar de un estilo a otro, se usa la escobilla.
Aunque existe otra forma de saber que ya no estás ante una alegría, y es que se acabó el “tirititrín, tinti, tirititrán, trantran”, una frase muy característica de este palo flamenco, que, según se dice, nace de una noche de juerga, cuando a un cantaor se le olvidó la letra y tuvo que improvisar. Tanto gustó, que hoy en día se sigue usando, sobre todo al inicio de las alegrías de Cádiz.
Así que estás ya en plena actuación y ves a todo el elenco sobre el tablao, es decir, al cuadro flamenco. Normalmente está formado por una cantaora, un guitarrista (o tocaor) y los bailaores. Lo pueden complementar los palmeros y un cajón flamenco. La guitarra suele comenzar, al toque (¿recuerdas lo de tocaor?), dando los primeros acordes, y le sigue la bailaora con el braceo (los movimientos de brazos). Cuando esto ocurre, cuando se unen todos estos elementos, es cuando surge el flamenco, duende, la magia, el arte puro, el sentimiento.
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